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CAPITULO 1 -El primer caballero-
Se levantó con el primer rayo de sol que
entraba por una pequeña rendija de su tienda. Cogió su ropa sucia, unas
sandalias hechas de cuero y una pequeña falda que no le llegaba a más allá de
la de las rodillas, llena de sangre y barro de la batalla del día anterior. Se
lavó la cara con el agua que quedaba de un recipiente hecho de arcilla, con el
símbolo del rey Carlo el Astuto, marcado en oro. Corrió la cortina de su tienda
y vió que en esa mañana había mucha niebla. Tanta que casi no se veía la armería. No dudó en llamar a su mano derecha, el capitán Xavier.
Vino corriendo, y un poco preocupado.
Qué quiereis, oh, mi señor-dijo Xavier arrodillandose, como si se
arrepintiese de algo-.
Quiero que formen filas todos los caballeros de la orden del rey
Carlo, en el Claro luz de Luna, inmediatamente.
¿Cuál es la razón, oh, mi señor? No creo que debamos hacerlo.
No se cuestionan mis órdenes, Xavier -dijo el caballero en un tono
rígido y severo-.
Lo siento, mi señor.¿Os preparo vuestra
montura?
Sí, Xavier. Partiremos dentro de poco.
¿ Y cuál es nuestro destino ahora, señor?
Pronto lo sabrás, Xavier. Pero ahora lo único que te os debe inportar
es cumplir mis órdenes.
¡ Sí, señor !-exclamó Xavier, y salió corriendo
perdiéndose al instante en la niebla.
El caballero fue a la armería a ponerse las
vestimentas necesarias para presentarse ante el rey Carlo el Astuto. Se
desnudó, tirando la ropa al suelo como quién se va a quitar una gran carga de
encima. Se puso una camisa de seda sin botones, una
fajín y unos pantalones ligeros como una pluma. Seguidamente se colocó una cota
de malla que le cubría los pectorales, el cuello, los abdominales y parte de
los brazos. Encima se puso una armadura hecha de hierro y con pequeñas partes
de oro. Esta armadura le cubría todo el cuerpo, escepto las manos
, los pies y la cabeza. En la parte delantera se podía ver un símbolo
con una espiral. Esta señal solo se daba a los grandes caballeros de la Corte
de los Reyes. Cogió unos guantes hechos de cota de malla, unas botas de cuero
atados de hilos de oro, y se solocó una capa roja como la sangre, que casi
brillaba con luz propia.Su cara era como la de aquel principe azul que todas las princesas deseaban; faciones finas, ojos verdes, nariz
respingona y pelo largo, liso, y rubio, como el oro puro.Así pues, salió de la
armería con unos andares inigualables, como aquel hombre que acaba de ganar una
guerra para su país y alza un vuelo sereno, rígido y con la mirada fija en un
punto, como si lo que acaba de lograr no significase nada.
Llegó al Claro de Luna, con una escolta de doscientos cuarenta
caballeros. En el Claro de Luna ya estaban todos los caballos preparados con su
montura, y al lado de cada unos de ellos, en el suelo, una lanza negra con un
pañuelo atado en la punta de cada lanza, con el siguiente texto:
"Aquellos que van a la
batalla,
en el
nombre de nuestro rey
serán
recordados con honor
por haber
dado su vida
a nuestro
rey,
Carlo el Astuto
Quien os da su bendición
Para la batalla.
Propagad su palabra
Por todos los rincones
Montañas, ríos
Aldeas, ciudades.
Y a vuestro enemigo
Hazedle saber
Que por más que luche
A la palabra de nuestros caballeros
No podrá vencer
¡Ganad!"
Cada caballero bestía con su propio emblema
colocado en la armadura. Ésta era gris y negra, que hacían resaltar la armadura
del caballero.
El caballero llamó a Xavier y le ordenó traer
su espada, La Ardiente. Esta espada poseía una hoja de metro y medio con
grabados en oro. La hoja brillaba como una rayo de
sol.Tenía inscripciones escritas, conjuros y maldiciones, y una gran runa con
forma de dragón. La empuñadura estaba llena de incrustaciones de amatistas y
rubíes. La empuñadura era de color rojo con
la marca del caballero, hecha de plata. La Ardiente era una espada
legendaria, forjada únicamente para matar al hijo del rey de los dragones,
Smaush. Esta espada posee un poder oculto que antaño derrotó a mil un ejércitos
a lo largo del tiempo.
El caballero cogió La Ardiente y la envainó en una funda de piel de
corzo.Entonces, se subió su corcel, que destacaba de los demás por su gran
tamaño y color, blanco seda, por la montura, adornada con plata. Las crines del
corcel estaban trenzadas, lo que hacía que fuese una maravilla para los ojos.
La cola del caballo estaba peinada perfectamente;le
llegaba hasta los tobillos. Los estribos estaban hechos artesanalmente por un
hombre que murió hace años de vejez, que vivía
en los campos de lo que mucho tiempo después sería nombrado como
Aézendòr, tierra verde de gran tranquilidad.
El
caballero levantó firmemente el brazo izquierdo, apuntando el cielo, dando la
orden a los caballeros de montar en sus fieles corceles. El capitán Xavier
avisó a la escolta del caballero,
compuesta por siete jinetes experimentados en combate, un portaesandarte, un
trompetero y el capitán Xavier. El trompetero tocó su instrumento y el gran
ejército comenzó a desplazarse hasta La Santificada, sede del imperio del rey
Carlo el Astuto.
Una semana después, al amanecer de un soleado y despejado día,
aparecieron del norte los exploradores del caballero, del que pocos conocían el
nombre, ya que este caballero viene de las tierras del este, con un único fin.
El nombre de este caballero les sería revelado al pueblo Carlomingas ( el imperio de Carlo el Astuto) cuando llegase éste a La
Santificada. El hecho de ocultar su nombre, es por alarmar a los espías de
Archaon. El nombre de este Gran Caballero, coronado por la Corte de los Reyes,
es de Lord Calin el Magnífico. Lord Calin era un campesino pacífico de corta
edad, que vivía con su madre y sus dos hermanos, Bain y Tain, en una casa
pequeña construida por su padre con madera y paja. El padre de Calin era un fue
un caballero que peleaba por el rey Carlo, y por ese motivo casi nunca estaba
en casa. El padre, Lord Rabión, nombrado Gran Caballero, era el mejor caballero
que los humanos podían conocer. Era alto, fuerte e inteligente, era bondadoso y
tenía mucha piedad. La cara era robusta, con ojos pequeños una bigote rubio, al
igual que su largo y liso pelo. Él fue quien le netregó La Ardiente a Calin,
antes de morir.Rabión peleó a muerte contra Archaon, en una batalla épica, en
la que Rabión quedó mortalmente herido. Todo el ejército de Rabión, compuesto
por soldados y caballeros, que no tenía fin, se tuvo que retirar, porque,
aunque estuviesen ganando, sin su señor, estaban perdidos.
Los tres hermano fueron a visitar a su padre en
La Santificada cuando le quedaban pocos días de vida. Entonces, Rabión , le entregó La Ardiente a Calin, y le dijo estas
palabras:
Oh, hijo mío, véngame, y derrota a aquel que a infestado nuestros
campos, a matado a nuestra gente, y nos a envuelto en la oscuridad. Calin, te
entrego esta espada - El padre, tumbado en una cama, señaló una mesilla, en la
que solo se encontraba una espada envainada-. La gente dice que es legendaria,
que posee un poder místico y sobrenatural, y que solo aquellos de corazón puro
lograrán desencadenar su poder. Su nombre es La Ardiente, y fue forjada para
aniquilar al dragón Smaush. Calin... - a Rabión le costaba cada vez más
hablar-... sirve a nuestro rey, y envía dinero a tu madre y a tus hermanos,
salva a nuestra gente..... de.... Él.
Cuando dijo estas palabras, a Rabión se le
cerraron los ojos, y a Calin le entró una furia interior por la muerte de su
padre, que después de mirar La Ardiente
y cogerla, su hoja empezaba a brillar tenuamente. Él creyó en las palabras de
su padre, y le hizo caso, y por ese motivo se convirtió en caballero del rey
Carlo, y peleó en cientos de batallas, y se ganó la confianza de su pueblo.
No
volvió a ver brillar a La Ardiente, pero sabía que algún día lo conseguiría. Un
día, mientras estaba en el palacio del rey Carlo, en La Santificada, llegó un
mensajero de las tierras del sur dandole una noticia a Calin.
Su
hermano pequeño, Bain, había desaparecido. Nunca más Calin supo algo sobre él.
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Los exploradores de Calin
anunciaron la cercanía de la que se encontraban los caballeros de La
Santificada. Lord Calin rodenó a Xavier levantar el campamento y partir. Los
caballeros se encontraban cansados del gran viaje que habían hecho, al igual
que sus caballos, y las reservas de
comida estaban casi vacias. En lo único que pensaban ahora los caballeros era
en llegar a su casa y ver a sus familias. Muchos de los caballeros no tenían
familia, ya que murieron por Archaon y sus huestes o por bandidos. Entre todos
esos caballeros, se contaba que había un Alto caballero, un sirviente que
pertenece a la escolta del rey Carlo. Este caballero nunca reveló su nombre, ya
que tenía que informar al rey Carlo de las órdenes que daba Lord Calin. El Alto
caballero era un seguidor de Lord Calin. Tuvo una infancia muy parecida a la
suya, ya que su padre también servía al rey y murió gracias a Archaon. Desde
ese momento, se alistó en la caballería del rey, por vengar a su padre. Lord
Calin y él, en ese momento, ni se imaginarían, que el futuro del mundo, cayese
sobre ellos dos dentro de un corto periodo de tiempo.
Los caballeros antes de ver el gran Valle de los Santos, tenían que
subir por una pequeña montaña escarpada, sin vegetación en una de sus caras,
llena de piedras y de esqueletos de todos aquellos que intentaban mentrar en La
Santificada sin permiso del rey.
De repente, a lo lejos, a pocas millas del Claro Luz de Luna, se podía
ver como unas pequeñas manchas se acercaban. Lord Calin ordenó parar.
-
Esperaremos aqui hasta que vengan.
-
Oh, señor, tenemos que ver al rey para
vuestra anunciación oficial como Gran Caballero. No podemos retrasarnos ni un instante.
Vuestra ceremonia será mañana, apresurémonos -dijo Xavier-.
Lord Calin, giró la cabeza lentamente a su izquierda hasta llegar a ver
los ojos de Xavier, quien los tenía nerviosos, mirando al caballero. Le cayó
una gota de sudor desde la frente hasta los orificios nasales. Entonces, Calin,
sin mover casi la boca, explicó:
-
Vos, primer capitán del primer
regimiento de Caballeros del rey Carlo, ¿ ha quién servis?
-
A vos, por supuesto...- a Xavier le costaba hablar, ya que nunca había
visto a Lord Calin de esa forma-.
-
Entonces, ¿ porqué no cumple mis órdenes? ¿ Es qué tu no eres mi caballero? Sí. Debe ser eso, ya que
ningún capitán a puesto en duda más de una vez mis
órdenes. Xavier, tú no eres mi capitán.
Xavier, no era de esas personas incultas e insensatas. Xavier sabía lo
que hacía. No dejaba que nadie lo dejase en rídiculo. Ni a su caballero, ni a
su rey. Xavier se emfurecía fácilmente,
y cuando se enfurecía, se empeñaba, y si se empeñaba, nada le podría parar.
Entonces miró al caballero con una
mirada penetrante, y le dijo:
- Yo si soy vuestro caballero. Yo solo
quiero lo mejor para mis hombres. Si vuestra voluntad es esa , adelante. Pero
recuerda que os sirvo, y nunca más pondré en duda vuestras órdenes.
-Xavier, te encargo que montes
guardia aquí. Te daré una señal si hay peligro. Si así lo fuera, venid rápido.
¿Entendido?
Xavier asintió con la cabeza, y
acto seguido, Lord Calin y diez caballero bajaron la
pequeña montaña escarpada, y fueron al encuentro de aquellos forasteros.
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Lor Calin y sus caballeros avanzaban
con un galopepoco pronunciado. Cuando faltaban unos cuantos metros para el
encuentro, Lord Calin divisó la escuadra, compuesta por cinco caballeros. Cada
caballero padecía de una armadura macabra, compuesta por huesos. La parte
frontal de la armadura estaba compuesta por la caja torácica de un brahun, un
animal pacífico, de apenas metro y medio de altura, pero con una anchura muy
grande. Tienía forma de jabalí, pero con el pelo azulado; Las piernas, hechas a
partir de hierro, habían sido pintadas de negro; los brazos estaban cubierto de
huesos de ningún animal hasta entonces conocido, ya que eran de un color
naranja cálido; las hombreras eran de cráneos, y , justo en la parte central,
un colmillo de un dientes de sable; el casco, de el cráneo de una cría de
dragón dorado, que en esa época a estos los llamaban las "cualebras
aladas", y cuando maduraban, las "serpientes aladas". El casco
no dejaba a la luz el rostro del induviduo que lo poseía.
Los caballos en que montaban ambos
eran de cabello negro, con una protección en la cabeza, en la que aparecía un
ojo compuesto de rubías y diamantes. La protección era de oro, y estaba sujeta a
la boca y a las orejas del caballo. Las crines de los caballos, estaban peinas
de tal forma que quedaban lisas, al igual que la cola. Estos corceles eran de
gran tamaño.
Lord Calin ordenó parar a sus fieles.
Desde ahí se podía observar la montaña escarpada en la que se encontraban
Xavier y los demás caballeros. Ahora Lord Calin se encontraba en una campo verde, de hierbas altas, que producían olas a
causa del viento. El cielo ahora estaba despejado y mostraba un sol radiante.
-¿Quiénes sois? ¿No sabéis que estas
son tierras de el rey Carlo el Astuto? Marchaos- dijo
Lord Calin, lo que produjo una reacción inmediata de los forasteros, quienes
pararon.
-Tú, tú eres aquel que anuncia la
inminente derrota de nuestro señor, Archaon. Hemos venido a aquí para decirte
que no lo seguirás haciendo - habló el caballero central-.
Nada más decir esto cada caballero desenfundaron sus espadas, de la nada. Cada espada parecía
estar poseída por un elemento. La hoja de la espada del caballero de más a la
izquierda, era azul, oscuro como el mar en el mango, a azul cielo en la punta;
el que estaba a su lado, marrón, que, al igual que la hoja de su camarada, iba
de menor a mayor grado. Lo mismo pasaba con los caballeros macabros de la derecha,
que tenías sus hojas de color blanco-grisáceo, y de rojo a amarillo ardiente.
Pero el caballero del centro era diferente. Su espada parecía forjada en el
puro infierno, caracterizada por un mango negro, y la hoja negra, como la
oscuridad. Solo con admirarla, daba miedo. Pero Lord Calin no le impresinaba
nada de lo que veía.
-¿Qué creéis? ¿Qué me dan miedo unas
espadas de colores? No os lo voy a repetir. Marchaos - y según dicía esto sonaba un cuerno ronco de
uno de los caballeros del Noble Caballero. Entonces se vió una grn mancha que
venía de la montaña escarpada.
- Bien, queréis guerra, ¿no? Pues así
lo haremos......
Desaparecieron todos los caballeros
menos uno, el macabro de espada blanca.
-Malos días te deseo a tí, Lord
Calin, hijo del Noble Caballero de los Reyes. Mi nombre es Windkill, el asesino
en el viento. Tú y tus hombres conoceréis la Muerte aquí, en vuestras tierras.
-No lo creo, Windkill. Yo nunca he
creído en palabras de corruptos. Estás a tiempo, ve con tus camaradas.
- Pues yo sí lo creo, y te lo voy a
demostrar.
Alzó el
broza derecho, el que manejaba la espada, la cual empezó a brillar. De repente,
empezó a haber mucho tiempo, y Windkill,
el macabro de la espada blanca, hizo una protección natural, un escudo, hecha
de viento, que rodeaba a Lord Calin y a sus caballeros y a Windkill, lo que
producía que no puediese pasar la ayuda.
El ruido que creaba el viento
cuando chocaba contra las rocas manifestaba en los caballos un síntoma de mal
estar interior que hizo que los caballeros se bajaran, y estos, despavoridos,
llegaron a la Muerte, ésta, en forma de viento. Todos los caballeros quedaron a
pie aterrorizados, todos, menos Calin. Su corcel había ganado mucha experiencia
y no temía a nada, al igual que su jinete.
-Quedaos ahí ,
y no correréis peligro - giró la cabeza, y miró fijamente a Windkill-. Con que
vos deseáis la muerte rápida, porque eso es lo que me ha parecido esta muestra
de " super poderes".
-¡Ja ja! Muy audaz, Noble Caballero,
pero acabemos rápido con ésto, todavía tengo que ayudar a mi señor a consumir
al mundo en un caos supremo e infinito.
Windkill,
lanzó una bola de energía que flotaba en el aire, pero que descendía poco a
poco. Lord Calin lo entendió, y cuando la bola de energía se desvaneció en el
suelo, los dos caballeros ordenaron a sus corceles con un toque de pie en sus
costados, trote rápido.
Y saltaron chispas, y mas chispas. Ambos jinetes daban vueltas de un lado a otro
chocando las espadas, pero con intención de herir. Windkill, en uno de los
choques, envió fuerza eólica, y derribó a Lord Calin. Éste quedó tendido en el
suelo, y su corcel, se paró. Windkill también paró, ala vez que Lord Calin se
arrodillaba apoyado con sus manos en el suelo, y con la mirada gacha.
-¿Tan poco dura ese caballero del que
mi señor tiene miedo? Sí, es eso. No vales nada, Lord Calin. Yo peleé contra tu
padre, y me derrotó. Tú, en cambio, no eres ni su sombra. Ahora, Le conocerás.
¡A la Muerte en el viento!
Windkill se abalanzó sobre Lord Carlin, que
respondió rápido. En el preciso momento en que el caballo de Windkill saltó
sobre Calin, éste cogió a La Ardiente, se levantó apresuradamente, y dela furia
contenida, rebanó las patas delanteras del corcel de Windkill. Su corcel se
desplomó por los suelos gimiendo y gritando de dolor. Windkill también cayó al
suelo.
-
Vaya, vaya. Parece ser que al menos llegas a la sombra de tu padre.... -
Wildkill se lavantó.-.
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